Biografía

Sus padres fueron Justo Ruiz Vigo, agente de seguros, y Fina Zafón, ama de casa. Estudió con los jesuitas en el colegio de San Ignacio de Sarrià,3​ después se matriculó en Ciencias de la Información, y ya en el primer año le surgió una oferta para trabajar en el mundo de la publicidad. Llegó a ser director creativo en la delegación barcelonesa de la importante agencia McCann WorldGroup, hasta que en 1992 decidió abandonar la publicidad para consagrarse a la literatura.

Decía no saber a qué se debía su vocación tan temprana, pero recordaba que, aunque en su familia no había ninguna tradición literaria, para su padre "el mundo de la lectura y de los libros era muy importante".4​

En 1993 publicó su primera novela, El príncipe de la niebla, que obtuvo el premio Edebé. Zafón, que desde pequeño había sentido fascinación por el cine y por la ciudad de Los Ángeles, usó el dinero del galardón para cumplir su sueño y partió a Estados Unidos, donde se radicó y pasó sus primeros años escribiendo guiones al tiempo que continuaba redactando nuevas novelas. Las tres siguientes también estuvieron dirigidas al público juvenil: El palacio de la medianoche (1994) y Las luces de septiembre (1995), que junto a la primera formaban la Trilogía de la niebla; y Marina, (1999), por la que sentía predilección5​ y la que consideraba más personal de todas las suyas.6​ En esta época se estrechó el vínculo entre el cine y su técnica de escritura:

Milan Kundera

Alos 91 años, Milan Kundera recibió el Premio Franz Kafka, galardón que otorga la Sociedad homónima y la ciudad de Praga, República Checa, con el aval del presidente del Senado y la alcaldía de la ciudad. El mismo consta de 10.000 dólares y una estatuilla a escala del monumento al que se puede clasificar como el primer escritor en lengua alemana cuando Alemania se constituyó como Estado. Vale decir: Kafka fue el primer escritor en alemán, quien logró un cambio radical en la literatura, siendo un judío que ni siquiera había nacido y vivido allí. Mensaje que trastoca el tiempo y anida irrefutable a la sombra de un genocidio que, luego de su muerte, en 1924, obró sobre sus hermanas, Ottla, Valli y Gabriele. El camino de Kundera resulta una inversión al de Kafka: pudo migrar. Nacido en Brno (Moravia), ciudad donde partisanos judíos formaron una brigada para rescatar los libros del saqueo nazi y la ocupación soviética, escapó de Checoslovaquia en 1975, a 5 años de sufrir la miseria a raíz de su segunda expulsión del Partido Comunista al relacionarlo con la revuelta conocida como la Primavera de Praga. La leyenda del escape -convengamos que toda evasión de un escritor genera una historia fantástica- refiere a que se materializó en un auto donde cargó a la esposa y gran parte de su biblioteca personal. El destino final sería Francia, país donde en un principio sobrevivió como docente en el ámbito universitario. De la primera expulsión partidaria da cuenta La broma, novela escrita en lengua checa (lengua madre que abandonaría en 1994 por el francés). A ella siguieron La vida está en otra parte y La despedida, novelas que recibieron premios internacionales que a los ojos del régimen checo lo convertían en un intocable y sospechoso, digno de espionaje. Ya instalado en Francia, recibió la nacionalidad gala por oficio del célebre ministro de cultura Jack Lang, al mismo tiempo que Julio Cortázar, luego de que el régimen comunista checo le quitara la propia convirtiéndolo en apátrida. Situación que no tenía el argentino: Videla no quitaba la nacionalidad sino la presencia humana a quien correspondía el nombre del pasaporte. Saldado tal malentendido de nacionalidad, Kundera continuó su obra literaria consagrando un best seller: La insoportable levedad del ser. Al éxito editorial siguió el cine y la traducción a más de cuarenta idiomas, en un suceso de consagración hacia la elaborada maquinaria de su escritura. En 2004 la República Checa ingresó al Mercado Común Europeo, de allí su clase política trató de saldar el daño cultural heredado por la dictadura pro soviética, tanto como ocultar su propio vínculo, reivindicando a las figuras expulsadas para lucir el aspecto de una nación integrada a la Europa del siglo XXI. (Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com

De músico a novelista

Milan Kundera nació en Moravia en 1929, hijo del musicólogo y pianista Ludvík Kundera (1891-1971), quien fue discípulo de Leoš Janáček y ejerció como director de la Academia de Música de Brno hasta 1961. El joven Kundera estudió musicología y composición musical, siendo numerosas las influencias y referencias a la música a lo largo de su obra literaria. Al concluir sus estudios secundarios, comenzó a estudiar literatura y estética en la Universidad Carolina de Praga, pero después de dos semestres se cambió a la Facultad de Cine de la Academia de Praga, donde finalizó sus estudios en 1952. Enseñó historia del cine en la Academia de Música y Arte dramatizado desde 1959 a 1969, y posteriormente en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Praga.

Al término de la segunda guerra mundial, Milan Kundera se había afiliado al Partido Comunista, pero luego sería expulsado del mismo en 1950, junto a su amigo Jan Trefulka, por presuntas actividades contra el partido.

Jan Trefulka reflejó el incidente en su obra Pršelo jim štěst (1962) y el propio Kundera utilizó dicho episodio como inspiración en su novela La broma (Žert, 1967).2​En 1967 se casó con Vera Hrabankova y un año más tarde, a consecuencia de la invasión soviética a su país, sus obras fueron prohibidas en Checoslovaquia y quedó desempleado. Tuvo que ganarse la vida con diversas ocupaciones, particularmente como pianista de jazz, instrumento que su padre le había enseñado a tocar a muy temprana edad. Readmitido en el Partido Comunista en 1956, fue definitivamente expulsado en 1970, al haber estado relacionado -junto a otros escritores checoslovacos, como Pavel Kohout- en los acontecimientos de la Primavera de Praga.2​

En 1975, Kundera emigró a Francia y, entre ese año y 1980, enseñó literatura comparada en la Universidad de Rennes, y más tarde en la École des Hautes Études de París. Desde 1993 ha escrito sus obras en francés.

Carlos Ruiz Safón

En el año 2000 terminó de escribir La sombra del viento, primera de sus novelas dirigida al público adulto y que presentó al Premio Fernando Lara de Novela de ese año. La insistencia de Terenci Moix, uno de los miembros del jurado, logró que se situase como finalista (pero sin mención oficial expresa). Aunque la editorial Planeta la publicó meses después a regañadientes, sus posteriores cifras de ventas acabarían por dar un carácter anecdótico a la obra ganadora de ese premio (Un largo silencio, de Ángeles Caso). La novela, cuya introducción en España fue en un principio difícil y lenta, se acabó traduciendo a numerosos idiomas y se convirtió en una de las obras españolas más vendidas en el mundo, con más de 15 millones de ejemplares.8​ A pesar de las numerosas ofertas que recibió, Zafón siempre se negó a autorizar que la novela se trasladase a la pantalla. El escritor, que decía no necesitar los hipotéticos beneficios que le pudiese reportar, consideraba casi una "traición" hacer de ella una película y creía "imposible hacer una mejor película que la que uno va a ver cuando empiece a leer la novela", por lo que "sería redundante, irrelevante y totalmente innecesario".4​

La segunda novela de la serie, El juego del ángel, se publicó en 2008. La tirada inicial de un millón de ejemplares vino acompañada de una campaña mediática9​ y de la venta de 250 000 ejemplares solo en Cataluña.10​

Ambas novelas fueron las primeras de la tetralogía El cementerio de los libros olvidados. La tercera, El prisionero del cielo (2011), mereció por parte de los editores la calificación de "más optimista y menos derrotista".8​

La cuarta entrega, El laberinto de los espíritus (2016), tuvo una tirada inicial de 700 000 ejemplares11​ y recibió del propio autor la definición de "piedra de encaje del laberinto" y de libro "más laborioso [...] que había soñado muchos años antes".

Entretanto se había publicado en prensa el relato Rosa de fuego (2012), que situaba el origen del legendario cementerio de los libros olvidados en el siglo XV, en pleno auge de la Inquisición española, y redondeaba el universo creado por Zafón.

Falleció el 19 de junio de 2020 en Los Ángeles (California) a los 55 años de edad, por causa de un cáncer de colon que padecía desde 2018


Biografía

Obra

La primera novela de Milan Kundera, La broma (Žert), una sátira del comunismo estalinista, ha sido traducida a veintiún idiomas y obtuvo en 1968 el Premio de la Unión de Escritores Checoslovacos.

Catalogada por Louis Aragón como «una de las mayores novelas de nuestro siglo», es, según el propio autor, una novela de amor; la obra trata de una broma -una chanza fútil y mal comprendida- en un mundo que ha perdido el sentido del humor, estando encuadrada la comedia privada en el gran espectáculo de la política.3​

La vida está en otra parte (Život je jinde, 1969) fue galardonada con el Premio Médicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia durante el año de su aparición (1973). En esta novela cada capítulo es narrado en modo diferente: algunos como narración «continua» -con vínculo causal entre los capítulos-, otros como narración onírica y otros como narración «polifónica» -donde el devenir del protagonista se entrecruza con episodios paradigmáticos de la vida de poetas como Rimbaud o Lermontov.4​Su siguiente novela, La despedida (Valčík na rozloučenou, 1973), obtuvo el Premio Mondello al mejor libro editado en Italia.

En 1981, el conjunto de la obra de Kundera mereció en Estados Unidos el Commonwealth Award, premio otorgado simultáneamente al conjunto de la obra dramática de Tennessee Williams. Ese mismo año, la publicación de El libro de la risa y el olvido (Kniha smíchu a zapomnění) le valió la revocación de su ciudadanía checa. Dicha obra constituye una inusual mezcla entre novela, colección de relatos y reflexiones del autor, donde se relatan las vicisitudes de varios ciudadanos checoslovacos que se oponen al régimen comunista de diversas maneras.2​En El libro de la risa y el olvido el escritor define por primera vez el concepto de lítost, palabra de origen checo que se traduce al castellano como "autoconmiseración". Describe la lítost como «un estado de padecimiento producido por la visión de nuestra propia miseria puesta repentinamente en evidencia cuando nos comparamos con otro».5​

En 1982, Kundera recibió el Premio Europa de Literatura. Publicó en 1984 La insoportable levedad del ser (Nesnesitelná lehkost bytí), considerada su obra maestra. El libro narra la fragilidad del destino de una persona, resaltando como la vida de un solo individuo carece de importancia dentro del concepto del eterno retorno de Nietzsche, ya que, en un universo infinito, todo se repite una y otra vez. Por otra parte, la novela es considerada como un referente a la hora de intentar comprender la disidencia vivida en Europa del Este durante la Guerra Fría. La obra fue llevada al cine por el director estadounidense Philip Kaufman en 1988.

En 1985 obtuvo el Premio Jerusalén, galardón que se concede a escritores cuyo trabajo haya destacado en la lucha por la libertad dentro de la sociedad actual. Su última novela en lengua checa, La inmortalidad (Nesmrtelnost, 1990), es más cosmopolita que sus anteriores trabajos. Posee un contenido más explícitamente filosófico y menos político, y marca el tono de posteriores novelas. Entre estas cabe destacar La lentitud (La Lenteur, 1994), La identidad (L'Identité, 1998) y La ignorancia (L'Ignorance, 2000).6​En 2006 se publicó por primera vez en su país La insoportable levedad del ser, 22 años después de que se editara en París y, al año siguiente, recibió el Premio Nacional Checo de Literatura, en cuya entrega no estuvo presente aduciendo problemas de salud.7​En 2010 fue nombrado Duque de Amarcord por el Rey Xavier I (Javier Marías), convirtiéndose así en el primer escritor checo en obtener título nobiliario en el ficticio Reino de Redonda.

Su última obra, La fiesta de la insignificancia (La fête de l'insignifiance, 2014), si bien es una novela, también ha sido considerada como un trabajo de ensayo, introspección y teología. En ella, el autor asocia el humor con la insignificancia, entendiendo que esta insignificancia no implica mediocridad, sino que, por el contrario, supone una mirada lúcida que invita al mundo a reconciliarse con su imperfección.8​

Es mencionado con frecuencia desde hace años como nominado al Premio Nobel de Literatura.

El 21 de septiembre de 2020 le es otorgado el Premio Franz Kafka en reconocimiento a su trayectoria literaria. El jurado aclaró: «Su obra representa no sólo una contribución extraordinaria a la cultura checa (...) sino que ha tenido un eco en la cultura europea y mundial, después de haberse vertido en más de 40 idiomas».9​ Al tiempo que le fue devuelta su nacionalidad checa.

JORGE EDWARS

BIOGRAFÍA

Jorge Edwards nació el 29 de junio de 1931 en Santiago. Se educó en el colegio San Ignacio de Loyola. En 1952 publicó su primer volumen de cuentos, El patio. Se graduó en Derecho en la Universidad de Chile en 1958, al año siguiente fue a la Universidad de Princeton (Estados Unidos) para estudiar ciencias políticas e iniciar su carrera como diplomático, por lo que en 1962 fue nombrado secretario de la Embajada de Chile en París, donde residió hasta 1967. Durante este período publicó sus libros de cuentos: El Patio, Gente de la Ciudad y Las Máscaras y la novela El Peso de la Noche, que supuso una nueva etapa en su carrera literaria y en su estilo de escritura.

En 1970 fue enviado por el gobierno chileno a La Habana en misión especial para reinstaurar las suspendidas relaciones diplomáticas entre ambos países. Tres meses bastó para que fuera declarado por Fidel Castro "persona non grata" por su apoyo a los intelectuales disidentes del régimen. De esta controvertida experiencia, surgió el libro Persona non grata. A su regreso de Cuba, Edwards fue enviado de nuevo como secretario de la embajada a París, donde estuvo a las órdenes de Pablo Neruda. Tras el golpe de estado del dictador Augusto Pinochet, y el asesinato de Salvador Allende, Edwards se vio forzado a abandonar la carrera diplomática y se exilió en Barcelona donde trabajó en la editorial Seix Barral y también colaboró con artículos para los más reconocidos periódicos del país. Durante sus años de exilio escribió la elogiada compilación de ensayos Desde la cola del dragón.

Regresó a Chile en 1978, donde fue uno de los fundadores y posteriormente presidente del Comité de Defensa de la Libertad de Expresión. Restablecida la democracia en Chile, el presidente Eduardo Frei lo nombró embajador de Chile ante la UNESCO (1994 - 1996), y fue designado miembro de la Academia Chilena de la Lengua. En 2010 fue nombrado embajador en París por el nuevo gobierno de Sebastián Piñera. En los años siguientes, Jorge Edwards publicó dos de sus libros más comentados, El museo de cera y en 1987, El anfitrión.

Ha recibido numeroso galardones entre los que destaca el Premio Cervantes y el Premio Iberoamericano de narrativa Planeta-Casa de América.

BIBLIOGRAFÍA
Novela:
El peso de la noche (1965)
Persona non grata (1973)
Los convidados de piedra (1978)
El museo de cera (1981)
La mujer imaginaria (1985)
El anfitrión (1987)
El origen del mundo (1996),
El sueño de la historia (2000)
El inútil de la familia (2004)
La casa de Dostoievski (2008)
La muerte de Montaigne (2011)

El descubrimiento de la pintura, inspirada (2013)


Relato breve:
El patio (1952)
Gente de la ciudad (1961)
Las máscaras (1967)
Temas y variaciones (1969)
Fantasmas de carne y hueso (1993)
Varios:
El whisky de los poetas (1997)
Diálogos en un tejado (2003)
Desde la cola del dragón (1973)
Adiós poeta (1990)
Machado de Assis (2002)Los círculos morados (2012)

PREMIOS

Premio Nacional de Literatura (1994)
Premio Cervantes (1999)

Premio José Nuez Martín (2005)

II Premio Iberoamericano de narrativa Planeta-Casa de América (2008)

Premio de Letras de la Fundación Cristóbal Gabarrón (2009)

Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural de El Corte Inglés (2010)

Premio González Ruano de Periodismo (2011)


"Ser o no ser" escritor o "escribidor"

Cada 13 de junio en Argentina se celebra el Día del Escritor. La fecha recuerda el nacimiento, en 1874, de Leopoldo Lugones, la figura más dominante de la literatura de este país durante las primeras décadas del siglo XX. Si se quiere internacionalizar un poco el asunto, se pueden sumar los natalicios de Fernando Pessoa, nacido en Lisboa el 13 de junio de 1888, y de Augusto Roa Bastos, quien llegó al mundo en Asunción en la misma fecha pero de 1917, es decir, hace un siglo y unos pocos días.

En tales ocasiones los saludos y las felicitaciones van y vienen, una duda recurrente me asalta una vez más: ¿en qué momento una persona que escribe pasa a ser un escritor o una escritora? ¿A partir de cuándo uno es un escritor? Mi respuesta, lo admito desde ya, es que no lo sé. Pero creo que pensar la cuestión puede llevar a algunas reflexiones interesantes.

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Digamos, para empezar, que nos limitaremos aquí a hablar de escritor en tanto persona que escribe narrativa, poesía o teatro. ¿Cuánta gente escribe esas cosas? Muchísima. ¿Son todos escritores? No parece que el epíteto se pueda aplicar, por ejemplo, a todos los alumnos de talleres literarios o a todos los adolescentes que escriben poemas de amor… Hay que hacer alguna diferenciación.

Una primera herramienta acude a la mente para distinguir a los escritores de las personas que escriben: la publicación. Cuando alguien publica su primer libro, podríamos decir, se convierte en escritor. Un poco sobre esto habla Patricio Pron en su artículo "¿Cómo se transforma uno en escritor? Diez notas sobre el primer libro", publicado hace unos meses en esta misma revista. Comienza, de hecho, con una cita de Ricardo Piglia, quien en Los diarios de Emilio Renzi escribió que "el primer libro es el único que importa, tiene la forma de un rito de iniciación, un pasaje, un cruce de un lado al otro".

Pero enseguida surge el cuestionamiento: ¿hay que estar publicado para ser un escritor? ¿Es un oxímoron hablar de "escritores inéditos"? Para publicar un libro es necesario haberlo escrito, y quien escribe un libro, ya mientras lo escribe, es un escritor. Aunque hasta ese momento no haya publicado nada. Pensemos en un caso más extremo: un autor X escribe cinco, seis, diez novelas, pero no consigue publicar ninguna. Hasta que por fin un editor lo descubre y publica todas sus obras casi al mismo tiempo. ¿Solo en ese momento el autor X se convierte en un escritor? ¿Acaso escribió cinco, seis, diez novelas sin serlo? Supongo que estaremos de acuerdo en que la respuesta a todas las preguntas de este párrafo es no.

Imaginemos ahora que nuestro autor X ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la escritura durante toda su vida, ha compuesto poemas, cuentos y novelas, ha trabajado sus textos a conciencia, los ha corregido, reescrito, descartado y vuelto a corregir, hasta quedar de algún modo satisfecho con su producción. Y sin embargo no encuentra editor ni llega a publicar nada: muere inédito. Tras su muerte se descubre su obra. ¿Diremos que ha muerto un escritor?

La fábula se asemeja mucho, desde luego, a la extraordinaria historia real de Vivian Maier. Esta mujer trabajó toda su vida como niñera y nunca se preocupó por dar a conocer las fotos que sacaba; alguien las descubrió por casualidad, tras comprarla en un remate en Chicago en 2007, y las difundió: son 100 mil fotografías que constituyen una obra magnífica. Ahora, al hablar de Maier, decimos que fue una fotógrafa aficionada. 

"Ser o no ser" escritor o "escribidor"

Pero si sus fotos no fueran tan buenas, si de hecho fueran malas, ¿también diríamos que fue una fotógrafa? ¿O la consideraríamos simplemente "una niñera que sacaba fotos"? Creo que ocurriría esto último. Y a nuestro autor X le pasaría lo mismo: si sus textos inéditos fueran buenos, habrá muerto un escritor; si no, solo "un tipo que escribía" Esa lógica nos hace pensar que en la calidad de lo escrito, ya que no en su publicación, reside la clave para diferenciar a un escritor de alguien que no lo es. Sin embargo, basta con revolver cada tanto los estantes de las librerías o bibliotecas para preguntarse cómo diantres tal o cual texto ha llegado a publicarse bajo la forma de un libro. La respuesta, de todos modos, casi siempre es una de las siguientes cuatro: a) al editor le gustó, porque sobre gustos no hay nada escrito, b) el editor creyó —quizá con razón— que el libro se vendería bien, c) el editor y el escritor son amigos, d) el autor se autoeditó. Por ello es que se puede hablar de "malos escritores", pero no se puede tomar la calidad como criterio para afirmar si son escritores o no lo son.

4

Por cierto, si un escritor deja de escribir, ¿deja de ser un escritor? Ahí están Rulfo y Rimbaud y Salinger y tantos otros para negárnoslo enfáticamente. Pero supongamos otra vida ahora para nuestro autor X: a sus veintitantos años de edad escribe y, como tiene un editor amigo, publica varios libros. Su obra es pobre y no trasciende. Cuando llega a los treinta ya no escribe ni la lista de la compra; el resto de su vida se dedica a cualquier otra cosa. Cuando tenga sesenta años, setenta, ochenta, ¿seguirá siendo un escritor?

La intuición me dice que la respuesta, también en este caso, es no. La intuición es incluso más radical: me dice que ese autor X nunca ha sido un escritor. Me atrevo a postular una hipótesis: quienes han escrito son escritores mientras su obra vive. Hay obras que mueren poco después de nacer, o que directamente nacen muertas. Otras son inmortales.

En 2009, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires aprobó el llamado Régimen de Reconocimiento a la Actividad Literaria, conocido coloquialmente como "pensión para escritores". La ley motivó la necesidad de establecer con precisión quiénes podrían cobrar la pensión, es decir, quiénes eran escritores. Se estableció como condición principal —además de ser mayor de sesenta años, nativo de la ciudad o llevar radicado allí al menos quince años y no cobrar otra pensión— la de poder "acreditar una trayectoria pública constante en la creación literaria no inferior a diez años o haber publicado cinco libros" a través de editoriales (no autoeditados). Si Rulfo, Salinger y Rimbaud vivieran en Buenos Aires no podrían acceder a la pensión.

5

"No existe ningún momento del que se pueda decir: es entonces cuando me convertí en escritor —apuntó Tobias Wolff en su novela Vieja escuela, de 2005—. Las piezas sueltas encajan más adelante, con mayor o menor sinceridad, y después de que los relatos se hayan repetido adquieren la categoría de recuerdos y bloquean todas las demás rutas de exploración".

Es que convertirse en escritor no es como hacerse carpintero o profesor de matemáticas o abogado. No porque crea que hay algo "místico" o "especial" en la escritura, sino porque en esas ocupaciones es bastante más sencillo reconocer cuándo uno se tituló o empezó a ejercer. Convertirse en escritor, en cambio, se parece un poco a convertirse en adulto, o en una persona de izquierda, o en hincha de River Plate. Es un proceso, algo que ocurre o, mejor, que ha ocurrido en algún difuso momento del pasado. Un momento irrecuperable a partir del cual ya no se puede vivir sin escribir.

Como ya anticipé, no sé a partir de cuándo uno que escribe es un escritor. Sí sé que ser escritor no es algo que dependa de haber publicado o no, ni de que lo escrito sea mejor o peor, ni de la imagen que de uno tenga los demás. "Yo me enuncio y me anuncio escritora por la sencilla e incuestionable razón de que me rompo el alma en la escritura y, después, la escritura vuelve a armármela", ha dicho la narradora argentina Giselle Aronson. Y tal vez en este caso no haya mejor parámetro que las propias sensaciones y convicciones. Cada uno sabe lo que hace.

No.302 / febrero 2024

Lo que debe cambiar. Agenda para un nuevo gobierno

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Cristian Vázquez(Buenos Aires, 1978) es periodista y escritor. En 2018 publicó la novela 'El lugar de lo vivido' (Malisia, La Plata) y 'Contra la arrogancia de los que leen' (Trama, Madrid), una antología de artículos sobre el libro y la lectura aparecidos originalmente en Letras Libres.

Homenaje a Rafael Cadenas


Rememoraba Vicente Gerbasi, uno de los grandes poetas venezolanos de todos los tiempos, el día en que entregó su libro Los espacios cálidos al pintor Armando Reverón y el instante en que este posó sobre el ejemplar unas llaves y dijo: "Pongo las llaves sobre tu libro porque la poesía es la que tiene las llaves". La escena, o su evocación, ha quedado plasmada, ojalá para siempre, en la película que sobre el pintor estrenó en 2011 el cineasta Diego Rísquez. Es indudable que para acceder al lenguaje es preciso pasar por una puerta. Y es cierto, para muchas generaciones de escritores y lectores venezolanos, desde el destierro o la reverberación crítica de la patria, que esa puerta ha tenido un nombre: Rafael Cadenas. 

Rafael Cadenas, el Premio Cervantes que no ha tenido la tentación de irse de Venezuela: "Yo estoy muy acostumbrado al país"

https://www.bbc.com/mundo/noticias-65343228

Zona de Tolerancia

Prólogo del autor

Este libro impone algunas explicaciones, empezando por su título Zona de Tolerancia, una expresión compuesta por dos palabras que adquiere diferentes significados según la materia tratada.

Una de esas acepciones es sector autorizado donde trabajan las prostitutas; ampliando esta concisa definición, diré que es el área o sector de una ciudad en las que las autoridades, sea por disposición legal, o por el más rufianesco proceder de hacerse la vista gorda (a cambio de algunos beneficios crematísticos, desde luego), permiten el ejercicio de la prostitución, el consumo de drogas y otras actividades ilícitas o condenadas por la moral pública.

La más famosa en todo el mundo es el Barrio Rojo de Ámsterdam, establecida legalmente. En el lugar prosperan los burdeles, la venta de estupefacientes, los sex shops, los botiquines, los teatros pornoeróticos; por buenas razones la expresión teatro de Ámsterdam se ha vuelto genérica para designar establecimientos compuestos por un escenario central donde ocurre "la acción", rodeado por una serie de cubículos en los que se ubican los espectadores solitarios con la mayor discreción.

Poemario 

de José Pulido

Esta semana seguimos con:

"Lo que mi madre quería" 

y "Recuento por si hay inventario"


https://www.barralibros.es/jose-pulido/

Con este enlace en Amazon puedes adquirir esta, la recien salida novela de José PulidoB0CK3M4VWD 

Memoria de los pecados  

I

Madre atravesada

Desde la pubertad le molesta que su madre sea tan juvenil. La jauría masculina se babea como si él no existiera. Por fortuna, a ella le resbalan los mirones y sus piropos debido a que ha recorrido kilómetros de películas y de galanes: esa experiencia la tornó exigente. Pero cada vez que puede lo jala, lo lleva, lo pasea y lo convierte en cómplice de cursilerías. Su maternal atención equivale a tener una eflorescencia en la nariz el sábado por la tarde. Ahora mismo es una mujer de treinta y siete años de edad, cargada de sensualidad y vaciada de timidez.

(Una vez le dije, demasiado faramallera: yo soy como el cenzontle tropical. Me engolosiné en la pronunciación de la palabra cenzontle, pero obviamente predominó el adorado mestizaje que no quiere nada con la zeta. "Estás sonando como canción mejicana" me respondió. Le expliqué que el cenzontle defiende a sus hijos contra cualquier peligro y se esmera en alimentarlos de pico a pico. Puso cara de asco. Lo hice adrede, para que sintiera deseos de saber. Yo me trago las revistas que traen buenos reportajes y leo novelas como Nuestra Señora de París. Entonces le aclaré, muy pretenciosa "Tu madre es como la paraulata llanera, que se da por entero a sus pichones. Ahí tienes tu cenzontle". Y me pareció verlo sonreír con cierta burla. Pero en el fondo él sabe que nadie lo va a querer como esta madre que viste y calza. No me importa su desdén. Siempre seré la comida en su piquito)

Armando Rojas Guardia

Nació en Caracas en 1949. Es una de las voces fundamentales de la lírica venezolana contemporánea. Entre 1967 y 1973 fue marcado por la experiencia religiosa como estudiante jesuita y como miembro de la Comunidad de Solentiname (Nicaragua) dirigida por Ernesto Cardenal. Cursó estudios de Filosofía en Caracas, Bogotá y Friburgo (Suiza), y se ha desempeñado. como editor, investigador y profesor

Su poesía ha sido publicada en siete libros: Del mismo amor ardiendo (1979), Yo que supe de la vieja herida (1985), Poemas de Quebrada de la Virgen (1985), Hacia la noche viva (1989), La nada vigilante (1996), El esplendor y la espera (2000) y Patria y otros poemas (2008). Como ensayista ha publicado los libros El Dios de la intemperie (1985), El calidoscopio de Hermes (1989), Diario merideño (1991), El principio de incertidumbre (1994), Crónica de la memoria (1999) y La otra locura (2017). Toda su obra fue recogida en Obra poética (El otro, el mismo, 2004) y Obra completa. Ensayo (El otro, el mismo, 2006).

Rojas Guardia ganó el Premio de Poesía del Consejo Nacional de la Cultura de Venezuela en dos oportunidades (1986, 1996) y el Premio de Ensayo de la Bienal «Mariano Picón Salas» (1997). El año 2012 fue postulado al IX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca. Desde 2003 ejerce la docencia en Caracas. Fue incorporado como individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua en 2016.

PATRIA

Alguna vez amamos, o dijimos amar,

la terquedad sombría de tu fuerza.

La voz del padre enronquecía

al evocar calabozos, muchedumbres,

hombres desnudos vadeando el pantano,

llanto de mujer, un hijo

y más arriba (dónde arriba?)

el trapo contumaz de una bandera.

Supimos, lenta y vagamente,

que lo imposible te buscaba

extraviándote los pies

-aquellos pies de Hilda obsesionaron

a mis ojos de niño: su corteza

terrosa, vegetal, desconcertada

sobre la pulitura del granito.



Tal vez una tarde, entre los campos,

la música te deletreó de pronto

al lado de algún bosque, una colina,

un lago triste que se te parece:

la misma terquedad al revelarte

ávida no precisamente de nosotros

(los efímeros, los quizá, los transeúntes)

sino de tu pátina absurda de grandeza

-esos sueños opulentos de la historia

que son más bien su horror, su pesadilla.

Ahora que te conoces vil, prostibularia,

porque tanta voluntad ecuestre

se apeó bajo el sol a regatear

y el héroe mercadeó con su bronce

y el oro solemne del sarcófago

adornó dentaduras, fijó réditos,

y no hay toga ni charretera ni sotana

que te oculten cuadrúpeda, obsequiosa

por treinta monedas ancestrales,

yo me atrevo a cubrir tu desnudez.

No es verdad que te vendiste. Tú anhelabas

dilapidarte brusca, totalmente:

un lujoso imposible.

Lo sabías,

siempre lo has sabido y como siempre

aras en el mar. Te concibieron

con voluntad precisa de fracaso.

Cómo afirmar, pasito, que hoy te quedas

en la dificultad de sonreírte

levantando los hombros, desganado,

y diciéndote con sorna, con ternura,

mañana sí tal vez. Quizá mañana...